Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo.-

Anders Breivik es un personaje tristemente conocido, en Julio de 2011 fue autor de dos ataques terroristas en Noruega, en la capital Oslo y en la isla de Utoya, provocando una gran matanza de personas inocentes, especialmente cruel fue el asesinato de 77 personas, casi todos adolescentes en un campamento de verano de las juventudes laboristas del país, sorprendente en un pais conocido por su alto nivel de vida y sin que se le conocieran problemas sociales y/o políticos.

Breivik vuelve a ser noticia al comienzo del juicio que tiene que determinar si deberá cumplir condena en la cárcel o si se determina que debe hacerlo en un psiquiátrico, dado que no cabe la posibilidad de la presunción de inocencia, al ser asesino confeso, incluso ha declarado que volvería hacerlo, es espeluznante, pero se siente orgulloso de sus actos, afirma que es el autor del ataque más espectacular desde la Segunda Guerra Mundial y lo que puede parecer locura quizá sea simple fanatismo.  

Las motivaciones para sus actos son las de un fanático, llevadas absolutamente al extremo, ¿de qué otra forma se puede entender que se acabe con la vida de quien piensa diferente? Anders Breivik se declara islamófobo, a favor de Israel y ultraderechista, sin embargo esto no es más que una excusa para sus actos, religión y política son instrumentos al servicio de los más extremos que los utilizan a su antojo para justificarse.
Un ejemplo reciente lo hemos tenido en Mohamed Merah el asesino de siete personas en Toulouse y Mountaban, quien se lamentaba de no haber causado más muertes, justificando sus actos en la situación de Palestina, la intervención de las tropas francesas en Afganistán o la prohibición del uso del burka en Francia.
En definitiva, son excusas de mentes enfermizas, que no enfermas, ideas megalómanas que lleva a estas personas a creerse más importantes de lo que son, su excesivo deseo de grandeza les empuja a actuar como si se encontraran en el cumplimiento de una misión, incluso en la ejecución de mandato divino, desgraciadamente estos sucesos se siguen repitiendo cada cierto tiempo, en un lugar y en otro.
Hay una frase célebre del filósofo Jorge Santayana Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo’ que deberíamos tener siempre presente en nuestra sociedad y sobre todo en nuestro muy devaluado sistema educativo, que tan poca importancia le da al estudio imparcial de la historia, los graves sucesos relacionados con el fanatismo se  vienen sucediendo y la Segunda Guerra Mundial o incluso nuestra Guerra Civil no están tan lejos como pueda parecer.
He de reconocer que me cuesta entender este desinterés de la sociedad por la historia, me encanta leer, me apasiona el conocimiento que aporta la historia, en cualquier modalidad, sea la simple narración de los hechos acontecidos, escrita o en documental, las novelas, series o películas históricas o con base histórica.

Es una afición que me viene de niño, nací en 1972, en España aun vivía Franco y había un régimen dictatorial, pero mi consciencia de la realidad de las cosas iría llegando ya en una España en democracia, mis primeros pasos conociendo la historia de Europa los di junto a un vecino convencido comunista y ya en mis últimos años de EGB aprendí mucho de un profesor de historia apasionado por la estrategia militar, en particular tenía cierta fascinación por el fenómeno nazi. Fruto de este aprendizaje, en 1986 en clase de historia surgió la posibilidad de hacer un trabajo sobre la Segunda Guerra Mundial, tan elaborado que se convirtió en un libro que conservo con mucho cariño, es lo que tienen las cosas que haces cuando tienes trece años, las haces con ilusión, por lo tanto quizá mi perspectiva es diferente, pero aun asi no entiendo el desinterés por el conocimiento de la historia.

El objetivo de este post es simplemente ordenar mis pensamientos e intentar llamar a la reflexión, hay que ver y comprender, actualmente en La 2 de RTVE han programado los espectaculares documentales de ‘Apocalipsis: La Segunda Guerra Mundial’, sin embargo, si este tipo de documentales son demasiado densos para alguien no aficionado a la materia, hay otras muchas alternativas.

Casualmente estos días he visto la recomendable película Good, protagoniza por Viggo Mortensen en el papel de un profesor de literatura alemán que escribe una novela hablando de sus circunstancias personales en la que defiende la eutanasia, siendo manipulado el texto por parte de los nazis para su uso como propaganda gubernamental, lo cual cambia trascendentalmente su vida y la de los que le rodean, la evolución personal del protagonista dan para más de una reflexión.

Finalmente y para quienes prefieran ver las cosas con un toque de humor recomendaría la película cómica Mein Führer, no es excelente, pero si tiene cosas interesantes, la historia se desarrolla durante Diciembre de 1944, Alemania está a punto de perder la guerra, Joseph Goebbels, ministro de propaganda de la Alemania Nacional Socialista, contrata al antiguo profesor de interpretación de Adolf Hitler para que un Führer deprimido y enfermo vuelva a enaltecer a las masas con su oratoria durante el discurso de año nuevo.  

Veamos la película pensando en las diferencias entre unas y otras ideas, fascismo y nazismo son discutidas como ideologías de extrema derecha o extrema izquierda, sin embargo, en mi opinión los extremos dan la vuelta completa y se tocan con la punta de los dedos. Hay una escena especialmente tragicómica que obliga a pensar en el significado real de las cosas, de los extremos religiosos, de xenofobia y racismo, del fanatismo político y de lo lejos de la realidad que se encuentran ciertos personajes,

Un judío, Adolf Grünbaum es elegido para levantar la moral y aleccionar a Hitler, rescatado de los campos de exterminio, donde había sido confinado, es llevado ante Goebbels, un famélico Grünbaum recibe un bocadillo de jamón y queso para comer, pero su religión judía le impide mezclar estos dos alimentos, no es Kosher, por lo que quita el jamón al bocadillo y lo introduce bajo la alfombra. El ministro nazi entra en escena y comienzo del diálogo no tiene desperdicio:

Goebbels: ¿De dónde le hemos sacado?

Grünbaum: De Sachsenhausen.

Goebbels: Pensaba le habíamos instalado en nuestro maravilloso Theresienstadt, es nuestro campo estrella.  Por cierto, lo de la Solución Final no se lo tome como algo personal….

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